Dolor de Espalda: Causas, Tipos, Tratamientos y Prevención
El dolor de espalda es una de las afecciones más comunes en todo el mundo. Tanto es así que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a cerca del 6070 % de las personas en algún momento de su vida. Aunque en la mayoría de los casos no representa una condición grave, puede limitar significativamente la calidad de vida, interferir con las actividades diarias e incluso generar ausentismo laboral. En este artículo, exploraremos en profundidad qué es el dolor de espalda, sus causas más frecuentes, los tipos que existen, cómo se diagnostica, qué tratamientos están disponibles y, sobre todo, cómo prevenirlo.
¿Qué es el dolor de espalda?
El dolor de espalda se refiere a cualquier tipo de molestia o incomodidad que se siente en la columna vertebral, desde la base del cuello hasta la parte inferior de la espalda. Puede ser agudo (de corta duración), subagudo (entre 6 y 12 semanas) o crónico (más de 12 semanas). La intensidad del dolor varía: puede ser leve y constante, o severo e incapacitante. A veces se irradia a otras partes del cuerpo, como las piernas o los brazos, dependiendo de la zona afectada.
La columna vertebral está compuesta por 33 vértebras, discos intervertebrales, músculos, ligamentos y nervios. Cualquier alteración en estos componentes puede provocar dolor.
Causas comunes del dolor de espalda
El dolor de espalda rara vez tiene una sola causa. Más bien, suele ser el resultado de una combinación de factores. A continuación, se detallan las causas más frecuentes:
1. Esfuerzo muscular o esguince ligamentoso
Es la causa más común. Levantar objetos pesados con mala postura, movimientos bruscos, torcerse o estar mucho tiempo en la misma posición pueden provocar tensiones musculares o esguinces.
2. Problemas estructurales
Hernia de disco: cuando el núcleo gelatinoso de un disco intervertebral se desplaza y presiona un nervio.
Estenosis espinal: estrechamiento del canal espinal que comprime la médula espinal o las raíces nerviosas.
Escoliosis: curvatura anormal de la columna.
Osteoartritis: desgaste del cartílago entre las articulaciones facetarias de la columna.
3. Malas posturas
Sentarse o caminar con la espalda encorvada, usar zapatos inadecuados o dormir en colchones muy blandos pueden generar tensiones prolongadas en la musculatura y articulaciones.
4. Obesidad y sedentarismo
El exceso de peso aumenta la presión sobre la columna lumbar, mientras que la falta de actividad física debilita los músculos que la sostienen.
5. Condiciones médicas más serias (menos comunes)
Fracturas por osteoporosis
Infecciones vertebrales (osteomielitis)
Tumores espinales (muy raros)
Enfermedades autoinmunes como la espondilitis anquilosante
Tipos de dolor de espalda
Dolor de espalda mecánico
Es el más común. Está relacionado con el movimiento y suele empeorar con la actividad física y mejorar con el reposo. Incluye esguinces, distensiones y degeneración discal.
Dolor de espalda radicular
Ocurre cuando un nervio está comprimido o irritado (por ejemplo, en una hernia discal). El dolor se irradia a lo largo del trayecto del nervio, como en la ciática, que baja desde la espalda baja hasta la pierna.
Dolor de espalda inflamatorio
Menos frecuente. Suele empeorar con el reposo (especialmente por la noche) y mejorar con la actividad. Está asociado a enfermedades reumáticas como la espondilitis anquilosante.
Dolor de espalda referido
El dolor se siente en la espalda, pero su origen está en otro órgano (por ejemplo, riñones, páncreas o aorta).
Factores de riesgo
Algunas personas tienen mayor predisposición a sufrir dolor de espalda:
Edad: es más común entre los 30 y 50 años.
Trabajos físicamente exigentes: levantar, empujar o jalar cargas pesadas.
Trabajo sedentario: especialmente con posturas prolongadas frente a una computadora.
Tabaquismo: reduce el flujo sanguíneo a los discos intervertebrales.
Estrés psicológico: puede aumentar la percepción del dolor y tensar los músculos.
Depresión o ansiedad: están fuertemente vinculadas al dolor crónico.
Diagnóstico del dolor de espalda
En la mayoría de los casos, el médico puede diagnosticar el dolor de espalda con una historia clínica detallada y un examen físico. Se evalúa la localización del dolor, su intensidad, factores que lo alivian o empeoran, y si hay signos neurológicos (como debilidad, entumecimiento o alteraciones en los reflejos).
Las pruebas de imagen (radiografías, resonancia magnética o tomografía computarizada) no son necesarias en casos leves o agudos, salvo que haya “banderas rojas” como:
Pérdida de peso inexplicable
Fiebre
Historia de cáncer
Pérdida de control intestinal o vesical
Debilidad progresiva en las piernas
Estas señales podrían indicar una causa grave que requiere atención inmediata.
Tratamientos para el dolor de espalda
El enfoque del tratamiento depende de la causa, la duración y la gravedad del dolor.
1. Autocuidado en casa
La mayoría de los casos agudos mejoran en unas semanas con medidas simples:
Actividad moderada: aunque duela, permanecer activo acelera la recuperación. Caminar suavemente es ideal.
Aplicación de calor o frío: el frío reduce la inflamación los primeros días; el calor relaja los músculos después.
Analgésicos de venta libre: como el paracetamol o antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno, naproxeno).
2. Fisioterapia
Un fisioterapeuta puede enseñar ejercicios específicos para fortalecer los músculos del core (abdominales y lumbares), mejorar la postura y aumentar la flexibilidad.
3. Medicamentos recetados
Relajantes musculares (para espasmos severos)
Antidepresivos de dosis baja (útiles en dolor crónico)
Inyecciones epidurales de corticosteroides (en casos de compresión nerviosa)
4. Terapias complementarias
Acupuntura: puede ayudar en algunos pacientes.
Quiropráctica o osteopatía: manipulación espinal para aliviar la tensión.
Masajes terapéuticos: alivian la tensión muscular y mejoran la circulación.
5. Cirugía (último recurso)
Se considera solo cuando hay:
Compresión nerviosa severa con pérdida de función
Fracturas inestables
Tumores o infecciones
Las cirugías comunes incluyen la discectomía (extirpación de parte del disco) o la fusión espinal.
Prevención del dolor de espalda
La prevención es clave, especialmente si ya has tenido episodios previos. Aquí algunas estrategias efectivas:
1. Ejercicio regular
Los músculos fuertes sostienen mejor la columna. Actividades como caminar, nadar, yoga o pilates son excelentes.
2. Buena postura
Al sentarte: mantén los pies planos, rodillas al nivel de las caderas y espalda recta.
Al levantar objetos: dobla las rodillas, no la espalda, y mantén la carga cerca del cuerpo.
3. Peso saludable
Mantener un IMC normal reduce la carga sobre la columna lumbar.
4. Ergonomía en el trabajo
Usa una silla con soporte lumbar.
La pantalla del ordenador debe estar a la altura de los ojos.
Toma descansos cada 3060 minutos para estirarte.
5. Colchón adecuado
Ni demasiado blando ni demasiado duro. Un colchón de firmeza media suele ser el más recomendado.
6. Evitar el tabaco
Fumar acelera el envejecimiento de los discos intervertebrales.
El papel del estrés y la salud mental
El dolor crónico de espalda no es solo físico. Existe una estrecha relación entre el dolor, el estrés, la ansiedad y la depresión. El ciclo puede ser vicioso: el dolor causa estrés, y el estrés aumenta la percepción del dolor.
En estos casos, puede ser útil:
Terapia cognitivoconductual (TCC)
Técnicas de relajación: meditación, respiración profunda
Apoyo psicológico
Cuándo consultar a un médico
Busca atención médica si:
El dolor persiste más de 23 semanas
Empeora progresivamente
Se acompaña de fiebre, pérdida de peso o entumecimiento
Interfiere con el sueño o las actividades diarias
Aparece después de una caída o trauma
Mito vs. Realidad sobre el dolor de espalda
Mito: El reposo absoluto es la mejor cura.
Realidad: El exceso de reposo debilita los músculos y retrasa la recuperación. La actividad moderada es más beneficiosa.
Mito: Las radiografías siempre son necesarias.
Realidad: En el 90 % de los casos de dolor lumbar agudo, no se requieren imágenes.
Mito: El dolor de espalda siempre indica una lesión grave.
Realidad: La mayoría de los casos son benignos y autolimitados.
Conclusión
El dolor de espalda es una experiencia común, pero no debe normalizarse ni ignorarse. Comprender sus causas, adoptar hábitos saludables y buscar ayuda temprana cuando sea necesario puede marcar la diferencia entre un episodio pasajero y un problema crónico. La clave está en equilibrar el movimiento con el descanso, fortalecer el cuerpo y cuidar también la salud mental. Con conciencia y prevención, es posible vivir con una espalda sana y fuerte durante toda la vida.